Joaquín Fernández Vila
Comisión 07
Profesor: Santiago Catellano
Modalidad individual
Primera escritura
Autobiografías
A la hora de leer estas
autobiografías de reconocidos escritores y escritoras, lo primero que llamó mi
atención fue que algunas de estas no cumplían con las características del
género. Por ejemplo, Alberto Laiseca afirma que “Es imposible que una
autobiografía sea sincera”, allí plantea una discordancia con el pacto referencial que propone Philippe
Lejeune. Este autor indica una especie de “juramento” en las autobiografías en
la que se jure decir únicamente la verdad.
Si proseguimos con la definición de
Lejeune, se puede observar que Osvaldo Soriano no cumple con la categoría de
identidad del narrador y del personaje principal, ya que la presencia del gato
en la narración, toma un rol de mayor preponderancia que la del mismo autor.
En la primera autobiografía, la de Héctor Tizón, se denota una narración
inconexa de diferentes recuerdos. En mi opinión Tizón muestra una imagen
desinteresada con los propios hechos de su vida y con mensajes negativos acerca
de la misma como “Después yo también tenía casi veinte años y lo leí: No
permitiré que nadie diga que es la edad más hermosa de la vida” o “Mis
derroteros, mis dos caminos quedaron trazados, y comencé a morir, lentamente,
hasta hoy”. Este autor estructura su relato reutilizando “después” como
conector una y otra vez.
Alberto Laiseca nos muestra una imagen sufrida a causa de las varias
dificultades que tuvo que afrontar en las distintas pensiones en las que se
hospedó a lo largo de su vida. Allí vivió actitudes violentas de los
propietarios y compañeros de cuarto que le provocaron mucho sufrimiento, entre
los cuales destaca a los hermanos Soria, pero también muestra como la escritura
fue una vía de escape ya que fue una estrategia que adaptó para enfrentar esas situaciones
adversas.
En esta narración son el
sufrimiento y la escritura los ejes en los que se establece la historia y la
cita que mejor lo muestra es esta: “Sufrí tanto, pero tanto con esa gente que
la única manera de librarme de ellos (de sus fantasmas) fue escribir un libro
de mil doscientas páginas. Se llama Los
Sorias. Con los hermanos viví tres
meses. Para escribir la obra tardé diez años”.
Luego, en la autobiografía de Osvaldo Soriano, se puede observar una
imagen de admiración del escritor, no solo a otros escritores, sino también a
los gatos. El autor tiene como eje su amor por los gatos y usa como recurso un
paralelismo constante en los gatos, el autor y distintos acontecimientos de su
vida. Algunos ejemplos de esta comparación con los gatos y su admiración por
otros escritores son: “A mí un gato me trajo la solución para Triste, solitario
y final. Un negro de mirada fija y contundente, muy parecido a la gata de
Chandler” y “Yo no tengo biografía. Me la inventarán, un día, los gatos que
vendrán cuando yo esté, muy orondo, sentado en los bordes de la luna.”
En la autobiografía de Hebe Uhart, en mi opinión, se ve una
imagen de una autora que está convencida de que tipo de persona es, que le
gusta y que no. Esto se ve en el texto en fragmento tales como: “Soy muy
prejuiciosa: si pienso que algo no me va a gustar, no lo leo” o “Rechazo las
ideas apocalípticas en todas sus manifestaciones, a saber: que los jóvenes no
leen y van a ser ágrafos, que el mundo se va a destruir, que el país va hacia
la disolución, que el tango va a morir, etc.”.
Usa como recurso la literalidad
absoluta al no andarse con vueltas para describir su personalidad.
En la historia de Sylvia Molloy se denota un personaje
melancólico, quien emigró hacia Nueva York, y que fantasea con su retorno a
Buenos Aires: “En una de mis fantasías, regreso a la Argentina, me invento una
vida en Buenos Aires” y “…ese ladrido me devuelve a Buenos Aires, las tardes de
invierno de mi infancia, los perros ladraban en la casa del fondo…” son
fragmentos que marcan este recuerdo constante sobre su lugar natal. El eje del
relato de basa en un alejamiento no solamente físico, pero también se marca una
lejanía en los recuerdos sobre aquel lugar en el que se crió.
En la autobiografía de Vlady Kociancich, la autora muestra una
imagen formada con influencias tanto de Europa, como de Argentina. Desde la
composición de su propia familia, conformada por europeos y argentinos, hasta
sus gustos como escritora. El párrafo final de su autobiografía no podría
sintetizarlo de mejor manera: “Le debo a Europa una identidad de escritora que
mi país solo me ha dado lenta y mesuradamente, con ese afán de madre que educa
en el rigor, no en la ternura, para templarnos el carácter. Le debo a Buenos
Aires un amor por su gente y por sus voces que no se extingue nunca, y mi
única, verdadera conciencia de una patria”.
El recurso más utilizado es la
comparación entre ambos lugares, mostrando la influencia que estos lugares tuvieron
a la hora de formarla como persona y como profesional.
Ricardo Piglia muestra como era vivir en hoteles y en dos ciudades
distintas, transitando de esa manera una especie de doble vida. Y en ese mundo
dividido en el que se encontraba, halló cartas de personas que también vivían
en mundos divididos y él por casualidad las encontró: “La única explicación que
tengo es que yo estaba metido en un mundo escindido y que había otros dos que
también estaban metidos en un mundo escindido y pasaban de un lado a otro igual
que yo y por esas extrañas combinaciones que produce el azar, las cartas habían
coincidido conmigo”.
El escritor utiliza como recurso
una comparación entre las cartas y sus propias vivencias para marcar su realidad,
la de vivir en dos espacios totalmente diferentes, al igual que los autores de
las cartas.
Rodolfo Walsh muestra cómo llega a ser escritor, no por vocación,
sino por oficio, y como algunas situaciones como escribir Operación Masacre y su viaje a Cuba lo marcaron de por vida:
“Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis
perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba,
asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces
fastidioso”.
El eje de la narración es, como una
hoja de ruta, mostrarnos que situaciones lo condujeron desde una estancia en la
Patagonia en la que su padre era mayordomo hacia el periodismo, la literatura y
la política.
El recurso que me pareció más
interesante fue el de Osvaldo Soriano, en el que volvía constantemente al tema
de los gatos para reatar su vida, poniendo más énfasis en ellos que en la historia
de su vida. También me pareció atractivo la comparación entre las cartas
encontradas y su propia vida en la autobiografía de Ricardo Piglia.
Sin embargo, a la hora de escribir
una autobiografía propia, no serían estos los recursos que yo utilizaría. A mi
parecer, sería interesante utilizar tópicos como los de Rodolfo Walsh, en los
que marca hechos particulares para representar cambios en su vida o el de Vlady
Kociancich, que toma dos lugares, en los cuales crea su personalidad, en base a
las características de esos espacios.
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