Ninguno de los alumnos que nos propusimos como voluntarios para una acción tan noble, como limpiar el colegio, nos podíamos imaginar que íbamos a terminar el día en la oficina del rector, intentando buscar excusas para evitar sanciones graves por parte de la escuela. Sin embargo, todo empezó esa misma mañana cuando la preceptora entró al aula buscando gente para que el colegio recupere su fachada original tras las elecciones. Es ahí cuando Ale, "El Tumba", yo y cinco compañeros más nos mostramos predispuestos a limpiar el frente de nuestra escuela, no es casualidad que la mitad de la clase haya levantado la mano ante semejante propuesta, ya que nos daba la oportunidad de perder casi un día entero de clase.
Es así, como bajamos los ocho y empezamos a retirar los panfletos de Raúl Alfonsín y a limpiar las pinturas con el nombre de Ítalo Luder. Mientras siete de nosotros sacabamos pancartas y afiches, "El Tumba" decidió tirarse en la vereda, sacándose primero el guardapolvo y luego la remera, dejando su torso desnudo para tomar sol como si los adoquines fueran una reposera del balneario Bristol de Mar del Plata.
-¿ Quién se lo hubiese imaginado no?-se preguntó mientras su piel empezaba a enrojecerse por los rayos del sol-Esta libertad hace unos años era impensada.
- Dale Tumba, déjate de joder y ponete a limpiar- le contestó Ale mientras removía uno de los papeles del Partido Intransigente.
Si solo supiera que esa iba a ser la última vez que iba a ver el sol en mucho tiempo, hubiese hecho caso al consejo, porque mientras "El Tumba" seguía hablando, la atención del resto del grupo se desvío hacia la esquina, en la que podíamos ver como se acercaba el viejo de nuestro amigo a la entrada del colegio.
En el momento que la sombra de su papá arruinó la sesión de bronceado, estallaron las risas de todos, menos del Tumba, que perdió todo el color que había ganado su cara en ese tiempo y se tiñó de un color más pálido que el mismo guardapolvo que estaba usando como almohada.
-Desubicado- le dijo mientras lo agarraba de la oreja- ¿Por qué no te metes en la escuela a levantar las siete materias qué debes?
Ya con la baja de nuestro amigo, que desde ese momento solo pudo ir de la casa al colegio y del colegio a la casa, y después de un par de chistes al respecto, continuamos con la limpieza que teníamos que hacer. Habíamos guardado lo más complicado para el final, que era limpiar el techo que se encontraba con una gigantesca pintura con la inscripción "UCD-Alsogaray". De esa manera buscamos la escalera y Ale se propuso para subir y empezó a fregar.
-Ya termine- dije de manera ilusa cuando estaba borrando la última letra de la propaganda.
Cuando levanté la cabeza y miré hacia abajo, observe que me habían dejado atrapado en el techo y se habían llevado la escalera. Analicé mis opciones, si me tiraba desde ahí me iba a romper algo y sabía que ellos no iban a volver. También podía esperar hasta que terminen las clases, pero faltaban tres horas para eso y no quería meterme en problemas por no estar en clase tanto tiempo.
Tras pensar en dos o tres alternativas que no iban a ser posibles, decidí tomar la única opción viable que era entrar por la ventana aislada que apuntaba al techo, que era la de un aula de un bachiller solo para chicas. Cuando me asomé para ver como ingresar, observe al resto del grupo, en la ventana que apuntaba al pasillo, intentando aguantar la risa mientras intentaba entrar sigilosamente al aula.
Obviamente cualquier intento de sigilo era en vano y decidí meterme al aula, que explotó en carcajadas tanto de adentro como desde afuera de la misma. Yo no sabía dónde esconderme de la vergüenza y esa sensación solo aumentó cuando la profesora, que era mayor de edad y bastante autoritaria, me sacó del aula llena de furia y de indignación. Al pisar el pasillo del colegio, las risas se apagaron y las siete cabezas se voltearon a la derecha para ver al rector.
-Espero que me puedan dar una buena explicación para todo esto- Gritaba mientras señalaba hacia su oficina.
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