martes, 26 de mayo de 2020

Nota de lectura "Del cuento breve y sus alrededores" de Julio Cortázar


En este texto Julio Cortázar analiza aquello que circunda la escritura de un cuento breve y por las situaciones por las que pasa un escritor a la hora de desarrollar este tipo de relatos. Al leer el relato hubo ciertos aspectos marcados por el reconocido cuentista que me llamaron la atención.

El concepto que me pareció más interesante fue cuando afirma: “Me acuerdo de una cita curiosa, creo que de Roger Fry; un niño precozmente dotado para el dibujo explicaba su método de composición diciendo: First I think and then I draw a line round my think (sic). En el caso de estos cuentos sucede exactamente lo contrario: la línea verbal que los dibujará arranca sin ningún “think” previo, hay como un enorme coágulo, un bloque total que ya es el cuento, eso es clarísimo aunque nada pueda parecer más oscuro, y precisamente ahí reside esa especie de analogía onírica de signo inverso que hay en la composición de tales cuentos, puesto que todos hemos soñado cosas meridianamente claras que, una vez despiertos, eran un coágulo informe, una masa sin sentido.” Y luego más adelante en el texto remata la idea diciendo: “Escribir un cuento así no da ningún trabajo, absolutamente ninguno; todo ha ocurrido antes y ese antes, que aconteció en un plano donde “la sinfonía se agita en la profundidad”, para decirlo con Rimbaud, es el que ha provocado la obsesión, el coágulo abominable que había que arrancarse a tirones de palabras. Y por eso, porque todo está decidido en una región que diurnamente me es ajena, ni siquiera el remate del cuento presenta problemas, sé que puedo escribir sin detenerme, viendo presentarse y sucederse los episodios, y que el desenlace está tan incluido en el coágulo inicial como el punto de partida.”

En mí corta experiencia escribiendo cuentos en esta cursada siempre sentí que aquello que iba escribir, esa idea que tenía en mi cabeza, se iba plasmando de una manera natural a medida que iba escribiendo, nunca sentí que tenía que pensar un final, sino que era como un ovillo que se va desenredando a medida que iba tirando, que esa “masa amorfa” que tenía en mente se iba desplegando a medida que iba escribiendo y que era el cuento mismo el que se iba desarrollando hacia un final que no hubiese pensado desde el comienzo de la escritura.

Con respecto a los aspectos que creo que se podrían discutir del texto de Cortázar, creo que sería, como mínimo una falta de respeto que alguien como yo discuta a un cuentista de tanto renombre. Sin embargo, la definición del proceso de escribir, como la marca él, (“escribir es de alguna manera exorcizar, rechazar criaturas invasoras proyectándolas a una condición que paradójicamente les da existencia universal a la vez que las sitúa en el otro extremo del puente, donde ya no está el narrador que ha soltado la burbuja de su pipa de yeso”) no está en sintonía con aquello que yo sentí en las ocasiones que tuve que escribir un cuento. Siento que no hubo un proceso de “exorcismo”, no lo veo ni lo siento como un desprendimiento de algo a través de la escritura

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