En este
texto Julio Cortázar analiza aquello que circunda la escritura de un cuento
breve y por las situaciones por las que pasa un escritor a la hora de desarrollar
este tipo de relatos. Al leer el relato hubo ciertos aspectos marcados por el
reconocido cuentista que me llamaron la atención.
El concepto
que me pareció más interesante fue cuando afirma: “Me acuerdo de una cita curiosa, creo que de Roger Fry; un niño
precozmente dotado para el dibujo explicaba su método de composición diciendo:
First I think and then I draw a line round my think (sic). En el caso de estos
cuentos sucede exactamente lo contrario: la línea verbal que los dibujará
arranca sin ningún “think” previo, hay como un enorme coágulo, un bloque total
que ya es el cuento, eso es clarísimo aunque nada pueda parecer más oscuro, y
precisamente ahí reside esa especie de analogía onírica de signo inverso que
hay en la composición de tales cuentos, puesto que todos hemos soñado cosas
meridianamente claras que, una vez despiertos, eran un coágulo informe, una
masa sin sentido.” Y luego más adelante en el texto remata la idea
diciendo: “Escribir un cuento así no da
ningún trabajo, absolutamente ninguno; todo ha ocurrido antes y ese antes, que
aconteció en un plano donde “la sinfonía se agita en la profundidad”, para
decirlo con Rimbaud, es el que ha provocado la obsesión, el coágulo abominable
que había que arrancarse a tirones de palabras. Y por eso, porque todo está
decidido en una región que diurnamente me es ajena, ni siquiera el remate del
cuento presenta problemas, sé que puedo escribir sin detenerme, viendo
presentarse y sucederse los episodios, y que el desenlace está tan incluido en
el coágulo inicial como el punto de partida.”
En mí corta
experiencia escribiendo cuentos en esta cursada siempre sentí que aquello que
iba escribir, esa idea que tenía en mi cabeza, se iba plasmando de una manera
natural a medida que iba escribiendo, nunca sentí que tenía que pensar un final,
sino que era como un ovillo que se va desenredando a medida que iba tirando,
que esa “masa amorfa” que tenía en mente se iba desplegando a medida que iba
escribiendo y que era el cuento mismo el que se iba desarrollando hacia un
final que no hubiese pensado desde el comienzo de la escritura.
Con
respecto a los aspectos que creo que se podrían discutir del texto de Cortázar,
creo que sería, como mínimo una falta de respeto que alguien como yo discuta a
un cuentista de tanto renombre. Sin embargo, la definición del proceso de
escribir, como la marca él, (“escribir es
de alguna manera exorcizar, rechazar criaturas invasoras proyectándolas a una
condición que paradójicamente les da existencia universal a la vez que las
sitúa en el otro extremo del puente, donde ya no está el narrador que ha
soltado la burbuja de su pipa de yeso”) no está en sintonía con aquello que
yo sentí en las ocasiones que tuve que escribir un cuento. Siento que no hubo
un proceso de “exorcismo”, no lo veo ni lo siento como un desprendimiento de
algo a través de la escritura
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